sábado, 16 de junio de 2007

CUENTACUENTOS XVI - LA HABITACION DEL DESEO




La habitación del deseo, pensó por unos instantes Samira.
Entonces comenzó a observar a su alrededor con detenimiento. Se encontraba en una especie de estancia en semi-penumbra. A sus pies comenzaba una pequeña piscina en la que se adivinaba agua cálida por los vapores en arco-iris que se fundían con los rayos del sol de primera hora de la tarde que penetraban por los ventanales laterales orientados al sur.
La mezcla de perfumes, aceites aromáticas y ungüentos que inundaban el lugar le dotaban de un enigmático ambiente cargado de sensualidad que junto a las altas temperaturas, la invitaban a bañarse en aquellas misteriosas dependencias. Empezó a plantearse porqué estaba allí, todo había sucedido muy deprisa, apenas en unos segundos.
Caminaba con su grupo por las ruinas, atendiendo las explicaciones cuando por un momento cerró los ojos escuchando las palabras descriptivas, se sentó a la sombra del muro para paliar el calor sofocante y se dejó llevar como en un viaje extraño transportada a un siglo muy lejano hacía atrás.
Deseó, con todas sus fuerzas e intentó imaginar como había sido ese lugar en otro tiempo.
Continuaba escuchando las palabras del guía:
"Se empezaba por el caldarium o sala de agua caliente, tras dejar las túnicas en el apodyterium para ponerse unas más cortas y practicar un poco de ejercicio a continuación. Las mujeres se relajaban en la piscina de agua templada o tepidarium, tras tomar su baño caliente en el caldarium. donde disfrutaban diversos servicios de manicura, peluquería, masajes etc... "
Sólo un minuto y al abrir los ojos, misteriosamente no estaba el grupo, tampoco el guía, ¡no había nadie!.
Bajó la mirada al suelo desconcertada y de repente ante sí pedacitos de mosaicos de colores comenzaron a surgir de la nada dibujando escenas naturales o deportivas.

Los muros ruinosos se fueron cubriendo, como por arte de magia ante sus ojos atónitos de frescas pinturas decoradas con grecas romanas hasta verse en aquella misteriosa habitación. Quizá se tratara de un sueño incluso tal vez estaba muerta...
Se miró, iba vestida con una especie de toga blanca corta con un ribete púrpura, de la que se desprendió rápidamente ante un súbito deseo incontrolable de bañarse. Se sumergió en el agua y al salir, en la penumbra observó aquél cuerpo erótico masculino, perfectamente modelado a golpe de ejercicios y ligeramente sudado. Se froto los ojos pensando que era un espejismo del agua, pero seguía allí tumbado. No le conocía de nada, pero sintió repentinamente un deseo irrefrenable hacia él, un calor que ascendía peligrosamente ya por encima de sus rodillas. Sumida en una especie de encantamiento ritual se iba acercando despacio hacía el interesante extraño, que no parecía notar su presencia y permanecía relajado y absorto, cubriendo apenas su vello púbico que ella ansiaba destapar salvajemente ajena a todo tipo de condicionamientos morales. Tragaba saliva dejándose llevar, avanzando imantada por el deseo en una especie de posesión.
Apenas iba a arrebatarle el fino lino blanco, cuando un segundo antes de rozarlo, él se levantó como si ella no estuviera y salió por una pequeña puerta que había permanecido oculta a sus ojos hasta ese momento. Se quedó atrapada durante unos instantes en sus propios pensamientos, decidiendo si debía continuar detrás o no.
Lo hizo sigilosa a cierta distancia, aunque él no parecía percibirla.
Atravesaron una gran sala, un recinto elíptico o baño turco donde los masajistas a ritmos de palmetadas ponían a tono a sus clientes ajenos totalmente a su paso, aunque ella casi los rozaba.
Dos enormes fuentes la decoraban custodiadas por atléticos cuerpos de mármol a ambos lados bajo impresionantes arcos, el suelo formado por diferentes y bellos mosaicos, coronado con altos techos abovedados.
Observó aquella pintura antes de proseguir.
Buscaba en el saco de los recuerdos de su inconsciencia todos los conocimientos que tenía sobre el tema, como en un repaso mental.
Príapo, la personificación del impulso sexual con su enorme y desproporcionado falo, dando la bienvenida a la casa a la vez que protege a sus moradores auyentando los malos espíritus.
La superstición popular encontraba fascinante todo aquello con forma fálica. El phallus era un símbolo de poder, suerte y fertilidad. Un gran pene simbolizaba todo lo positivo. Niños y adultos usaban estos amuletos colgados del cuello, pensaban que el miembro masculino era la fuente de vida.
El sexo no era un tabú para ellos. Cuadros o frescos eróticos eran expuestos en los lugares donde pudieran ser mejor admirados dentro de sus propias casas.
Continuaba siguiendo al embrujador extraño, que atravesaba las estancias con cierta seguridad sin detenerse, como si se dirigiera a algún lugar concreto.
Caminaba tras su hechicero embelesada y a escasos metros entre las risas y los cantos que inundaban las grandes salas de mármol, donde hombres y mujeres chapoteaban juntos.
Observó que bañarse, no sólo era una cuestión de higiene, sino una actividad de ocio y de encuentro para negocios y política, actividades esenciales para engrasar la maquinaría del imperio.
Reunirse en el frigidarium o sala fría generalmente construido a cielo abierto en el centro de los baños, a contar chismes o intrigas políticas tomando un vaso de vino o hidro miel disfrutando de juegos de sociedad como dados, tabas, los soldados (combinación de damas y ajedrez), etc.., parecían ser actos esenciales para una vida plena de la época. Para luego con la lectura en la excelente biblioteca (que contaba con dos salas para textos en griego y en latín) estimular la mente.
Un concepto muy diferente de la higiene al nuestro.
Aunque en realidad las termas eran la manifestación del poder personal del emperador, el arte oficial en el que el Estado hacía política propagandista, incluso algún mecenas podía costear años del disfrute de las mismas. Además de ornamentar la ciudad suponía la combinación de dos ideas básicas de la cultura clásica "mens sana in corpore sano". La conjugación perfecta del cultivo del espíritu y el cuerpo; la razón y el placer.
Atravesaron los jardines, donde parecían disponerse a montar decorados para algún tipo de acto al aire libre.
En algunos recovecos vio a su paso mujeres que regateaban con los mercaderes ambulantes que mostraban cautelosos sus mercancías.
El embrujador se detuvo en seco frente a una tosca puerta a la que llamó con los nudillos, un encargado junto con dos sirvientes le abrieron complacientes.
Parecía dar paso a una especie de sauna por los vapores y humedades que salían por debajo.
Cuchichearon algo y el hombre entró cerrando tras de sí.
Ella permanecía inmóvil, oculta tras una columna mientras pensaba que hacer....
Se aproximo lentamente hasta la gruesa puerta de madera, pegó el oído y escuchó:
"Adriano ha puesto de moda la barba, algunos desean realmente no haber llegado nunca a la pubertad. En general las estrechas cuchillas de bronce o hierro no suelen estar bien afiladas y a veces lo convierte en un auténtico calvario, un servicio "non grato" que nadie quiere prestar y que aquí hacemos con sumo esmero".
Asomó el ojo por la cerradura movida por la curiosidad y entonces vio como aquél hombre "degollaba" con aquél instrumento extraño al sugerente y cautivador romano que sangraba abundantemente, mientras los sirvientes le aplicaban tela de araña sumergida en aceite y vinagre para paliar los "pequeños arañazos".
Impactada por la sangre y angustiada, corrió a toda prisa tras sus propios pasos hasta volver al jardín, buscando respirar aire puro. Se sentó junto a una fuente, comenzó a mojarse hasta quedar empapada, reclino la cabeza entre sus manos mareada y al borde de la lipotimia recordando la sangría presenciada y entonces escuchó aquellas palabras:
¡È il calore, molto calore!, ¿è bene?, ¿vá tutto bene?
Era Fabio, el guía....
Sí, todo estaba bien y había vuelto a la normalidad.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Reciproco me toca comentar primero, muy buen relato, como un olor, una luz, o una habitación nos pueden remontar a situaciones pasadas o nos hacen imaginar cosas.

Saludos...

Anónimo dijo...

Vaya lección de historia!! Jo está muy currada, me ha gustado mucho como nos has adentrado en esas estancias, me han dado ganas de quitarme la ropa e ir tras el maromo a mi también :P

Anónimo dijo...

Me ha encantado!Como te han dicho ya, toda una lección de historia, bin hilvanada y fascinante

tormenta dijo...

Pues yo tengo mis dudas de que la dejaran pasearse tan campante por allí,pero oye, quién sabe...
Como siempre tus entradas son muy interesantes.
Un besito guapa

Anónimo dijo...

Asi que eso es lo que puede suceder si en una visita a Roma tu guia turistico te aburre...que la imaginación te lleva a perseguir tios esculturales...Como siempre enseñandonos cosas...

Besus!

Anónimo dijo...

Ay amiga!!! Hace poco he estado en unos baños árabes con estancias maravillosas y parecidas a la que describes y ha sido una de las experiencias, placeres y sensaciones, de lo mejor que he vivido. Estoy planeando volver en breve y no te quepa duda, de que tu relato me vendrá a la cabeza y mientras que me den uno de esos masajes maravillosos, cerraré los ojos y pensaré como tu prota, en cómo sería todo aquello siglos atrás....
No es que me haya gustado, sino que me ha encantado.
Ahhh!! Con suerte, a lo mejor me dá el masaje un tío como el de tu cuento....
Un abrazo.

Carabiru dijo...

Jejejejej entretenido a la vez que instructivo... me ha quedado pena saber más de ese macizo!!
Jajajaja

Muy bien, me ha encantado!
Salu2

Tea Girl dijo...

Coincido con el resto en que me parece que está fantásticamente trabajado el tema histórico... Ay! Quién pudiera ir detrás de ese hombre! :P

Un beso dulce


PD: Siento el retraso

Anónimo dijo...

Me encanta como has descrito todo...y sobre todo el final, me has descolocado, jejeje!!!

atenea dijo...

Iba a venir ayer pero me lo pensé mejor y dije... vengo mañana para poder leerlo con un poco de calma... qué de cosas!!! Mereció la pena leerlo poco a poco :)

Como la semana pasada es mucho más que una historia (que lo es, y genial), es como una clase de historia. Aunque también es verdad que es mucho más ameno leer esto que la explicación que nos daba mi profesora de historia del arte sobre las termas eh?

Me encantó porque me hizo recordar muchas cosas que ya tenía medio-olvidadas... además de llevarme de la mano con una historia con ese punto de intriga que tanto me gusta... muy bien!!

Besos!!!

Pedro dijo...

Me ha gustado mucho. Has avanzado en tu particular estilo "enciclopedico" metiendo a tu protagonista en un viaje imaginario. Una vuelta de tuerca muy agradable, al menos para mí. Además esta semana tienes más historia que otras, otro avance muy agradable. Sigue profundizando en este estilo tuyo tan particular, que lo estoy disfrutando.

Un abrazo,

Pedro.

Pugliesino dijo...

Felicidades por tu blog! Maravillosa combinación de imagen y palabras. Creo que la mejor desde que te llevo leyendo tus historias de la Historia. Casi me sucedió lo mismo aunque con otro sueño :) en los baños romanos de Bath (aunque fue por la tunda ede viaje que llevaba) Pero es que la verdad invitaban al relax y con ello podría cumplirse cualquier deseo... en sueños. Aunque en la realidad de aquella época entre aguas y pergaminos siempre estaba la espada.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Curiosa entrada.

Sara dijo...

Me ha gustado mucho, porque una vez más me voy de aquí sabiendo algo nuevo (Sigo impresionada por el trabajo de documentación que haces cada semana) pero esta vez está distinto, le has dado un giro y me gusta, me gusta mucho.
Un beso!