lunes, 24 de septiembre de 2007

CUENTACUENTOS XXIV - DE LA TIERRA DE LOS SUEÑOS




Incluso el que menos te lo esperas puede ser el lugar donde aún reside la magia....

Aquel viejo caserón convertido en apartamentos inspiraba cierto reparo. Su austera restauración había sido realizada por los muchachos de la escuela en un alarde profesional y bajo las instrucciones de D. Alberto Arias, tal y como constaba en la brillante placa dorada de la fachada.

El anciano maestro, que ya no sabía que hacer por los chicos ni su futuro, había pensado con bastante acierto, que como la población emigraba cada vez más a la ciudad y no había niños en el pueblo que mandar a la escuela ni que educar, el Ayuntamiento podría hacer en ella un alojamiento rural como forma de traer algún dinerillo al pueblo, además de contribuir a preparar a sus últimos chicos para encontrar algún oficio.

Indicaciones, que aunque con muy buena fe les debieron de quedar grandes y aquello desde luego seguía pareciendo una escuela de post-guerra con todos sus elementos.

Cierto era que le que habían dado una mano de pintura en plan lavado de cara, pero por lo demás todo estaba tal cuál y el edificio mantenía un halo de disciplina que se negaba a perder.


Pintado en un amarillo sobrio con las puertas y ventanas en gris, las tallas en la piedra de "niños" o "niñas" sobre cada puerta seguían evocando épocas pasadas que le conferían un carácter místico en sí.

Los suelos de gran tarima que chirriaban bajo el pisar, seguían guardando entre sus vetas cicatrices de los muchachos por todas partes y de las historias allí vividas entre carreras y risas.

De entre el tosco mobiliario, destacaban especialmente un viejo banco (mezcla de entre pupitre y reclinatorio), y un lavabo de madera que terminaban de dar "carisma" a la estancia .

Al fondo, las rígidas escaleras conducían al piso superior con sus estilizadas balaustras por las que tantas manitas se debieron deslizar alborozadas entre canciones infantiles de otros tiempos junto a una chimenea que usaban para calentar las frías divisiones o tablas de multiplicar en las desapacibles mañanas invernales que tenian carga de leña.

Mientras observaba todo, yo pensaba que allí no iba a poder dormir y que los espíritus me atormentarían a media noche reclamando venganza. Justicia por aquellos reglazos y capones recibidos a cambio de lecciones incompletas, sumas equivocadas o travesuras frustradas, incluso ¿y por qué no? el fantasma de algún maestro insatisfecho que permaneciera anclado allí por cualquier motivo... hasta el del mismísimo D. Alberto, que en gloria debía de estar.

El hecho de estar en tierra de Xanas, Transgus y seres mitológicos me producía una sensación ambigua de no saber si querer reír o llorar; quedarme o salir corriendo y a
demás, mi percepción extra-sensorial me decía que algo sobrenatural me iba a suceder allí.

Alrededor, se extendía un atractivo natural tan rico en variedad de ambientes que hacía aún más difícil tomar una decisión. Un paisaje lleno de contrastes: fértiles riberas y montañas combinadas, suaves valles con gruesas alfombras de hierba fresca, y la paz del río como una melodía suave, perturbada por los esporádicos chapoteos de las truchas y los salmones.

-¡Soy Cuenta-cuentos y si me sucede algún fenómeno quizá me venga bien, para algún relato!, ¡quiero que mi vida sea de esas que se inmortalizan en un libro!.... Me decía mentalmente frases en esa línea y de las que que ni yo misma estaba convencida, tratando de estar a la altura de las circunstancias y no parecer demasiado cobarde.


-¡Claro, nos quedamos, dije al fin en voz alta a la encargada de cara simpática y mofletes sonrosados.

-¡Estupendo!, esa pequeña senda que sale de la casa conduce al bosque de la Xana, allí los duendes.....

Por suerte paré ese inapropiado comentario a tiempo con un "¡está bien!", ya que no estaba la cosa para más misticismos que lo único que podían provocar era una vuelta atrás en mi decisión.

Aquella mujer me observaba con su mirada noble y dulce de esas que casi no quedan y que no engañan, como si mantuviera intacta su ilusión de niña en su interior de adulta a pesar de su trabajada existencia.

-Yo vine aquí a la escuela hace muchiisimo tiempo, ¿sabes?, le tengo todavía mucho, mucho cariño

Se mordió los labios mientras le sangraban los silencios entregándome las llaves como si de un pequeño tesoro se tratara y con sumo cuidado.

Confirmando mis sospechas no pude "pegar ojo" en toda la noche, sería la sugestión, el soplar del viento en las tuberías (que en mi imaginación asemejaba un quejido), o quizá ese sonido de la bomba de agua, que a media noche ya me parecía un continuo lamento.


La belleza era su mayor bendición, pero también su maldición, con las primeras luces del alba presa de una especie de encantamiento caminaba hacia aquella senda que entre aromas de manzanos, rosales y membrillos me atrapaban hacía su espesura.

Había avanzado unos metros cuando me pareció ver algo extraño entre los árboles:

Una enorme muñeca con cara de Mariquita Perez, me dio un susto de muerte con sus ojos inertes observándome entre las ramas, luego un dinosaurio a lo lejos y un enano gruñón de plástico entre los matorrales casi me hicieron salir corriendo en un grito ahogado sobre mis propios pasos. Mirando
detenidamente vi que había cosas semi- escondidas por todas partes e incluso un caballo blanco pastando al fondo.

Empezaba a frotarme los ojos incrédula de mi propia visión (incluso cuestionando si no sería producto de la sidriña que tan dulce entraba la noche anterior), cuando pude observar que un anciano de vigoroso paso se me acercaba.


A pesar de no conocerle absolutamente de nada, aquél hombre me inspiraba confianza aunque por unos momentos empecé a tener ciertas dudas de la cordura de ambos y de si aquello era ficción o realidad, mirando embobada a mi alrededor.

-Hola, soy Berto ( el maestro), ¡bienvenida al bosque secreto de la Xana! .


-Las Xanas son unas ninfas de agua dulce que poseen una morfología completamente humana. Son de pequeña estatura, extraordinaria belleza física y larga melena rubia. Habitan en las fuentes, en las cuevas y en las riberas de los ríos. Al parecer, la noche de San Juan es la más propicia para romper su encantamiento; ellas salen a bailar, a lavar sus ropas y tenderlas. También devanan madejas de hilo de oro y plata; o se sientan a la orillas de las fuentes a peinar sus largos cabellos con peines de oro. Las Xanas astures están claramente emparentadas con las hadas irlandesas, escocesas y bretonas, así como con las de Sicilia y Cerdeña.

-Ya veo que has encontrado los regalos dejados por el Trasgu, las Ninfas y Duendes... hay muchos, puedes venir cuando quieras, pero cuando te vayas debes dejar algo...", dijo ante mi cara de asombro.

- Siguemé y tomaremos queso casero con dulce de manzana.

Esas palabras me llegaron al alma, pero sobre todo al estomago. Yo habría seguido al mismísimo diablo si hubiera dicho aquello en ese preciso momento que mis tripas empezaban a despertar, recordándome a rugidos que no habían desayunado.

Nos desviamos hacia un camino lateral que terminaba en una pequeña casa blanca con puertas y ventanas pintadas de rojo. En el cuidado jardín, corrían dos pequeños cocker que enseguida
vinieron a saludar.

Con un cordial gesto me invitó a sentarme en aquella mesa que reposaba un queso del que se le notaba sumamente orgulloso y una especie de membrillo junto a un pan de leña caliente que al momento dilataron mis pupilas e hicieron que no pudiera reprimirme de empezar a pellizcar con toda naturalidad ante su aprobadora y complacida mirada.

-Éste bosque forma parte inseparable de la historia de la Escuela y de la vida que entre todos escribimos.

-El avanzar del camino del progreso nos aleja de nuestras raíces.

-Las sociedades abandonan las viejas maneras, cambian lo manual por lo mecánico, lo artesanal por lo industrial y la variante local se va disolviendo ante el gran flujo globalizador. Las costumbres, culturas, leyendas y valores de nuestros antepasados van quedando relegadas en el olvido.

-La mayoría de los humanos somos unos inconscientes que desconocemos que debemos recordar lo que fuimos para poder comprender lo que somos.
La cultura popular no consta en los libros ni tampoco habita en los museos, alguien debe de conservarla y contarla....., dijo tratando de justificarse mientras yo saboreaba el queso sin miramientos.

-El conocimiento de la vida se adquiere a través de sus protagonistas, está en los campos, en los ríos, en las historias contadas al calor del fuego, en el amor y en cada rincón que el hombre debe de enfrentarse en solitario en la dura tarea de sobrevivir cada día.

-A veces los hombres necesitan aferrarse a algo y creer en leyendas, en personajes mitológicos. Incluso añoran sus cuentos de niños en los que refugiar sus almas insatisfechas de la incomprensión de la tragi-comedia de la vida, aún sabiendo que sólo son cuentos.

-Por eso el bosque sigue aquí ; cuando lo necesitan mis viejos niños vienen a seguir soñando, algunos se niegan a aceptar que crecieron al seguir sin comprender muchas cosas, aunque a alguno que otro en realidad sólo le parezco un viejo chiflado.

-A los que siguen creyendo no les puedo defraudar, ni quitar la ilusión y siempre les tengo algún juguete nuevo, de aquellos que desearon en su infancia y no pudieron tener porqué no había dinero suficiente ; como el tren de Manolín, el dinosaurio de Francisco...

-...Les he visto jugar como niños y viéndoles felices yo lo soy también.

-Así mantenemos vivo el cuento del bosque de la Xana.... ¡Incluso tenemos una huella de dinosaurio auténtica que encontramos hace años en la playa bajo una roca!, por eso el bosque ha de mantenerse en secreto o nos la robarían y.... ¡les hace tanta ilusión!, apuntó, enseñándome el tesoro.

Me despedí de él agradecida por su hospitalidad, sus lecciones de sabiduría y sobre todo sus exquisitas suculencias.

No volví a subir al bosque de la Xana, tan sólo dejé un enorme y brillante camión amarillo por allí antes de marcharme, por si fuera útil en algún sueño que cumplir...

...Y por formar parte de la historia de alguna manera.









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