sábado, 27 de octubre de 2007

CUENTACUENTOS XXVI - MAR AZUL




¿Por qué el mar es azul?.

Bueno, en realidad no es azul, sólo nos lo parece.

Cuando lo observamos de lejos lo apreciamos en su conjunto azul, pero luego al coger el agua entre nuestras manos, vemos que en realidad es incolora.

Se trata de un efecto luminoso un tanto complejo. El agua filtra la luz tomando una tonalidad azulada, por ser la que mejor perciben nuestros ojos. Al hablar de gran cantidad de agua concentrada como en el mar, la percepción del azul es más intensa.

La luz se dispersa en un abanico de colores con diferente longitud de onda:

- Larga (el rojo, naranja y amarillo).
- Corta (el azul y el violeta).

El mar absorbe las ondas de el rojo, naranja y amarillo mejor que el azul y el violeta que rebotan y son captadas mejor por el ojo humano.
En ese momento Pepito rompió a llorar.

- ¿Es que no lo entiendes?. Es normal, eres un poco pequeño.

- Sí que lo entiendo, pero me gustaría que fuera de otra manera más mágica, algo como un cuento...

Pepito es mi sobrino favorito, un amor, pero está en esa edad en que se tiene una insaciable sed de conocimientos y se cuestiona el porqué de todo. No es que sea ruin y cruel cuando me somete a una batería de preguntas de las suyas, sólo es que necesita informarse.

Tampoco siempre hace falta darle las respuestas "correctas", basta con participar de sus preguntas y cuando se pone tozudo como una mula, lo mejor es improvisar sobre la marcha y estar a la altura de su ansia elemental de descubrir la naturaleza, o sino estará toda la tarde dando el tostón.

- De acuerdo...
- Un día el oponente a la presidencia del Mar, Sr. D. Rascacio Espinardo, en pre-campaña electoral decidió convocar a los representantes de las profundidades para a cambio de votos a su favor, proponer un cambio en el color del mar.

En un acto virtual organizado por su partido, quiso hacer una consulta sobre el posible nuevo color, para luego proponer al Gobierno Marino tomar las medidas oportunas a su iniciativa.

Los reunió en su totalidad
en los deshabitados y tranquilos arrecifes tropicales coralinos y allí abrió el debate, provisto de un moderno foco de colores para ambientar mejor la exposición.

- A ver Ilustres Peces. ¿Que les parecería el mar de color rojo?.
Todos pusieron cara de susto, pues el colorado les recordaba la sangre y el fuego, se percibía mal ambiente y rápido tocando el mandó cambió de tono.

- ¿Y que tal verde?.

Entonces avanzó el Pez Verde procedente de las praderas marinas y nadador incansable hasta situarse nervioso en el centro de todas las miradas.

- ¡Verdoso no puede ser, demasiado erótico y lujurioso, además se confundiría con los prados y los campos!, afirmó contundente, mientras todos los presentes asintieron.

- ¡Amarillo!, sugirió entonces el Lenguado.

- ¡Imposible!, dijo el Pez Luna que observaba desde arriba lo que ocurría, tomando el Sol sobre su costado plateado.

- El Rey Astro se podría enfadar con nosotros, ante tal sacrilegio.

- Rosa, rosita apuntó la presumida Estrellita de Mar, toqueteando el foco.

- ¡No sería justo!, dijeron al unísono los representantes de los salmones y salmonetes levantando pequeñas nubes de fango por la excitación y el lógico nerviosismo.

- Eso perjudicaría la imagen de nuestros clientes.

- ¡Blanco!, dijo alguien.

Y el alboroto fue generalizado.

- ¡Quedaría lechoso y pálido!, podía escucharse entre murmullos.

El foco se apagó y todo quedó sombrío y oscuro.

Todos comenzaron a gritar aterrados al pensar que se trataba de la marea negra o de un adverso y negroide vertido petrolífero de los humanos.

Y así fue como decidieron por unanimidád que el azul debía de seguir siendo el color del mar mi querido Pepito. Además el azul representa la lealtad, la confianza, la sabiduría, la inteligencia, la fe, la verdad, el cielo eterno y bla, bla, bla...

Por fin a la cara del niño asomó una sonrisa satisfecha, que yo recibía aliviada e incluso pensando que a veces las preguntas de los niños son mucho más inteligentes que las de los mayores.

- ¿Me quieres Tita?.

- ¡Sí, Pepito mío!.

- ¡Ah!, entonces ahora dime: ¿Por qué es azul el cielo?.



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lunes, 22 de octubre de 2007

CIEN FRASES DE CUENTACUENTOS





Por lo mucho que me ha dado....

Mi primera frase como Cuentacuentos declarado y el cuento que la acompañaba del Señor de las Historias.


Hace 32 frases en una página muy cercana:



68. La última imagen que quedó plasmada en su retina fue la de su asesino (Darka Treake)

06 de Marzo-2007 .


Eran las 7 de la mañana. Hacía frío y se acurrucó un poquito más entre las sábanas. Quedaba poco más de media hora para que su madre fuera a despertarla, aunque Elena hacía un rato que estaba despierta y no tenía sueño. Aún así prefería quedarse al calor de las mantas, esperando a que las risas de su madre dieran paso a un nuevo día.
Se puso a pensar en las cosas que haría ese día: después de las risas de su madre, un rápido desayuno mientras ésta arreglaba su cuarto, un último vistazo a la mochila del cole y corriendo a coger el autobús donde se encontraría con Paula, su mejor amiga de clase. Allí aprendería muchas cosas nuevas, y no le resultaría difícil, ya que era una chica muy despierta y lista.
Estaba en esos pensamientos cuando de repente escuchó un ruido. Al principio pensó que podría ser su madre, pero miró hacia la puerta y vio que su madre aún no se había despertado, la casa seguía a oscuras. Volvió a mirar el reloj: las 7:09. No, aún quedaba un rato. Se quedó extrañada, pensando en que podría ser el ruido, pero no le dio más importancia pues vivían en una casa antigua y los ruidos eran algo de lo más normal. Volvió a los pensamientos que ocupaban su mente antes de la interrupción cuando, de repente, volvió a escuchar ruidos. Esta vez escuchó atentamente y se dio cuenta de que esos no eran los ruidos que habitualmente sonaban en casa, no…Pensó que quizás todavía estaba soñando, por lo que decidió pellizcarse en el brazo para asegurarse pero, el dolor la convenció de que estaba bien despierta.
Se sentó en el borde de la cama escuchando atentamente de donde podía provenir el ruido, y cuando se percató de que procedía de debajo de la cama, un escalofrió recorrió su espalda. A sus 8 años hacía mucho que se había convencido de que debajo de la cama sólo estaba el suelo, con una pelota y una caja en la que guardaba algunos cuadernos donde solía escribir algún cuento o hacer algún dibujo, pero como niña que era no pudo dejar de preguntarse si aquel miedo que había sentido alguna vez podía ser al fin y al cabo algo muy real…
Se volvió a meter bajo las sábanas, tapándose hasta arriba, pensando que así esfumaría todos los miedos y el ruido desaparecería. Pero tras un rato así, en el que el ruido no cesó, intentó llamar a su madre, pero de su garganta no salió ni un solo sonido. Entonces recordó de que un día, tras haberse llevado el susto más grande de su vida, cuando su madre se desmayó estando sólo las dos en casa, ella no se dejó llevar por el llanto. Acordándose de todo lo que le había dicho su madre acerca de qué debía hacer en caso de encontrarse en una situación así, fue capaz de localizar a alguien que le ayudara. Recordó que cuando llegaron la ambulancia y la policía, uno de esos hombres con uniforme le dijo que nunca había conocido niña más valiente en su vida, cosa que más tarde confirmaría su madre.
Por eso, y tras inspirar profundamente se decidió a mirar debajo de la cama. Lo único que pudo ver fue la pelota y su caja. Pensó que se estaba volviendo loca pero, de repente, un pequeño halo de luz surgió de la caja. Sin pensárselo dos veces, se tiró debajo de la cama y abrió la caja. Y así fue como se vio inundada de luz y, cuando por fin su vista consiguió volver a distinguir algo, el suelo de debajo de su cama se había convertido en un mullido suelo de hierba mojada con flores frescas y de todos los colores. En el aire se olía una mezcla de flores con un rico aroma a pastel de manzana, su preferido. Y se oían risas, muchas risas. Esas risas con las que su madre la despertaba todas las mañanas y que tan feliz le hacían. Se levantó y siguió el sonido de las risas que acompañaban a una melodía que incitaba a sus pies a moverse al son de su ritmo. Se internó en un bosque, donde había un montón de animales que a ella tanto le gustaban hasta que llegó a un claro. Antes de entrar en el claro, un cartel anunciaba el lugar en el que se introducía:
El Cuentacuentos
¡No se lo podía creer! Siempre había oído leyendas acerca del lugar, pero pensó que eran sólo eso, leyendas. En mitad del claro, un grupo de niños se encontraba sentado al calor de un fuego riendo y bailando, al son de la música que tocaba un muchacho que se encontraba sentado encima de un tronco. Cuando la vieron aparecer, la música cesó pero, al instante, uno de ellos se acercó y le dio la bienvenida:
-Hola Elena, te estábamos esperando.
Y tras decir esto, la cogió de la mano y la llevó al lado del chico de la guitarra, la sentó y le dio un libro. Al instante, el resto de los niños se sentaron alrededor suyo y se quedaron mirándola. Al ver que no hacía nada, una de las niñas, que tendría más o menos la edad de Elena y que llevaba dos simpáticas coletas le dijo:
-Venga…es tu turno, te toca contar un cuento
Y señaló con la cabeza el libro que le habían dado. Elena dudó un instante, y al instante siguiente todos sus miedos desaparecieron. Y así, abrió el libro y se dispuso a leer aquellas mágicas páginas donde sólo vio escrito:


FRASE DE DARKA TREAKE: "La última imagen que quedó plasmada en su retina fue la de su asesino"


No le hacía falta nada más….


SdlH.





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miércoles, 10 de octubre de 2007

CUENTACUENTOS XXV - .... : ) PALABRAS




Las palabras no significan nada, no son importantes, lo que marca son tus actos, y la coherencia de estos con tus palabras.

Cuando aquella gente llegó al pueblo, nada hacía sospechar que tras su rimbombante apellido y sus exquisitas y acarameladas maneras de adorables vecinos, se escondieran vampiros de guante blanco.

Depredadores de sentimientos que acosaban sin piedad a sus víctimas, extorsionándoles cuando no cumplían sus objetivos por el simple hecho de divertirse y llenar sus aburridas vidas con algo. Ansiosos de romper los sueños ajenos al no haber cumplido los suyos.

Eran personajes de esos que creen que tienen derecho a sacar ventaja de todo, gente de doble cara que infectaba lo cotidiano de estupidez global, levantando falsos testimonios y contaminando la realidad. La inteligencia había fracasado y progresaba sólo la estupidez en sus cabezas.


Pero por mucho que se empeñara Dª. Isabel en contar sin motivo, a la menor ocasión, que su primogénita se casaría al año siguiente o al otro (incluso dando detalles del enlace), o en cotorrear del buen trabajo y lo estupenda chica que era, nadie se lo creía aparte de ella y sus circunstancias.

Sólo había que observar a esa chiquilla, para detectar en su cara que la simple presencia de un hombre la transformaba en una loba desbocada que corría desparramando sus 127 kilos y 23 gramos en busca de presa.


Todo había comenzado cuando la criatura, al cumplir 39 añitos se había dado cuenta, de que las palabras sólo eran eso, y a premisas falsas, conclusiones estúpidas. Con lo del príncipe azul y demás pamplinas, había tirado su adolescencia y juventud soñando entre posters de ídolos y melodías de amados imaginarios, esperando el ansiado momento que nunca llegaba de convertirse en princesa de cuento, para colmo todas las demás tenían hacía ya bastante tiempo novio o marido, excepto el grupo de "amigas" que ella presidía.

Calló en la cuenta de que aparte de descarada, no era simpática y tampoco culta y que hablar de su inteligencia era en vano, por mucho que se empeñara su madre. Así, aquél día comprendió que la vida la había estafado y que sus sueños nunca se harían realidad. Se acercaban amenazadores los 40 y jamás vendría ningún príncipe azul ni de ningún otro color a buscarla montado ni tan siquiera en borrico.

Las lágrimas silenciosas se escurrieron veloces por sus mejillas, pensando en ella y en lo mucho que se amaba. Lloró enrrabietada y desconsolada, durante días, encerrada con la sola compañía de las barritas dietéticas y los clinex, ante el sufrimiento y la impotencia de sus progenitores que sólo querían su "felicidad" a cualquier precio. Se compadeció mil y pico veces de sí misma, e incluso pensó en quitarse la vida, no sin antes matar a toda su familia.

Odiaba a sus padres por haberla engañado, a la humanidad por estar en su contra, a la madre naturaleza por haber sido tan poco generosa con ella. Incluso hasta se odiaba a sí misma por ser tan borde.

Decidió que debía dar un giro radical a su vida y soltarse la melena, dado que Mahoma no aparecía. Pensó con cierto menosprecio en hacerse acosadora para llenar su vacío y todos los hombres (que eran iguales), caerían entre sus piernas sin remedio.

Comunicó la decisión a su gente, que optó en apoyarla e incluso ayudarla, viendo ciertas perspectivas de quitársela de encima y cómo única salida posible.

Y así sin más, ese día se hicieron todos ellos depredadores, bombas de relojería de meter cizaña, pero sobre todo de meter a Isabelita como fuera por cualquier parte. Dado que el mundo estaba en su contra, tenían ciertos derechos y lo importante era la felicidad de la niña, que tras ensayar unos cuantos gestos eróticos en el espejo hasta convencerse de que era irresistible, salió arrebatada a la calle a cumplir su "plan" para recuperar la confianza en sí misma.

Su primera víctima fue el frutero, se puso delante de él y diciéndole un ensayado y profundo "HOOOOOLA",empezó a insinuarse, el pobre muchacho la miró asustado y salio zumbando hacía la tienda y ya nunca fue el mismo. No contenta con eso, acosó al basurero. Luego corrió tras el cartero, gritando histérica que necesitaba un acuse de recibo urgente o al menos un certificado. El hombre que la miraba atónito, huía sin comprender absolutamente nada. Y así siguió y siguió, hasta probar con todos los del pueblo.

Sólo había que ver a ese diablillo, a su madre y a algunos como corrían. Incluso había veces que caían pepinos, nabos y zanahorias de las terrazas al retumbe de su caminar. Y hasta las vecinas la obsequiaban con vibradores y otros pequeños detalles que...

Por mucho que dijera aquella gente, todo el pueblo sabía lo que eran.











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